
Con la publicación de su último disco, “Allau d’estrelles solitàries”, Xavier Baró ha confirmado una vez más su condición de trovador contemporáneo tan asociado al romancero tradicional como al rock más desnudo y auténtico. Desde sus inicios con Primavera Negra, Baró ha sido una ‘rara avis’ de la escena musical del país hasta convertirse en un referente de culto que podía invocar a Arthur Rimbaud y a un misticismo laico propio de la época de los primeros juglares. Su propuesta se aleja del artificio y el efectismo para buscar la esencia de cada historia instalada en lo más profundo de la condición humana. Puede que por eso, a pesar de estar enraizado al cancionero más esencialmente popular, se le identifica con el cliché del artista maldito. Algunas voces le han bautizado como nuestro Nick Drake particular pero, analogías al margen, será un verdadero evento oír el aullido del lobo de Poniente en la cueva del Jamboree.
Xavier Baró guitarra acústica, eléctrica y voz, Heura Gaya graya, voz y pandero quadrado, Josep Maria Ribelles arpa, Víctor Verdú teclats (organo de iglesia).